domingo, 9 de diciembre de 2012

Un lugar especial


Todos tenemos un lugar donde nos refugiamos en los momentos de reflexión, de duda, de dolor,de intimidad. 
Puede ser una ciudad, un pueblo,un lugar en el campo, una casa, una habitación, un rincón, un sofá.....otros tantos, único, múltiples... A veces tenemos uno para cada estado de ánimo otras, vamos descubriéndolos a lo largo de nuestra vida.
Normalmente nadie lo conoce cuando se trata de nuestra intimidad, pero otras es de conocimiento público y respetado por todos: el sillón de la abuela, el rincón de tu padre, la silla de la peque, la caja de los recuerdos.
Cuando la persona propietaria se aleja momentáneamente, podemos ocupar su lugar como préstamo, pero cuando lo hace para siempre, pasa a ser  un pequeño sitio de culto donde sentimos por un tiempo su invisible presencia.




Amalia solía salir a tejer al jardín de la residencia todas las tardes. Había hecho en total cincuenta batitas, treinta pullovers, ochenta gorros, cuarenta bufandas, todas ellas regaladas para Navidad y cumpleaños.
Cuando Amalia dejó la residencia nadie movió su silla junto a la verja. Ahí quedó bajo el sol,la lluvia, cubierta de hojas en el otoño y nieve en el invierno.Con el paso de los años, la desvencijada silla se llevó al altillo de los trastos y si alguien preguntaba al hacer limpieza, que era eso se le contestaba: la silla de Amalia .La cesta con sus lanas y agujas descansan junto a la chimenea,con una chaqueta sin terminar.


.
 Rodolfo se cura el stress pintando. Usa todas las técnicas posibles. El garage es su rincón preferido. Retira el coche y despliega todo el arsenal de lienzos, pinceles y pinturas.Casi siempre termina el cuadro en el mismo día. Por eso su mujer dice que no valen nada.....nada de valor se hizo en un solo día. El le contesta que Dios hizo el mundo en seis.
El se siente un artista importante en ese entorno. Un día aparecerá quien valore su arte y puede que una de esas láminas se cuelgue en el museo de su ciudad. Por ahora busca expresar a través del color lo que en palabras no logra.

 Valentín sale corriendo de su casa cuando ve un barco acercarse. Llega agitado al edificio de importaciones     y se sienta a esperar el desembarco.
Cuando el trajín es frenético, mira atento cada fajo que se deposita en el suelo,y cuando relajados los marineros se sientan a beber, él se sienta con ellos para escuchar sus historias y preguntarles por los lejanos países, su gente y sus costumbres.
Por la noche, escribe en su viejo cuaderno todas las historias que recuerda y el nombre de los países que visitará cuando sea mayor. Al terminar guarda el cuaderno en una caja junto a pequeños objetos que le traen los navegantes. Desliza la caja bajo la cama y se dispone a soñar.
 Sabrina, camina furiosa escaleras arriba y se sienta junto a la ventana.Ahí nadie la ve y puede gritar con todas sus fuerzas, al paso del tren, todo lo que la enfurece.
Los adultos son seres extraños. No la comprenden, no la escuchan. No se preocupan por lo que siente y piensa. Solo atinan a decir que tiene que crecer y madurar, que luego comprenderá todo...¿Y si no crece?.....¿Y si nunca llega a comprender?. ¿Qué debe comprender?
¿Cuando se crece ,se olvidan los pactos, las promesas, los juramentos, los propósitos......?
Ha oído decir al abuelo, enojado, que ya no hay honor ni palabra......¿Por qué se perderían?
Sus padres discuten a menudo estos últimos meses......¿Habrán perdido el honor?....por que palabras tienen y muchas.
Y Sabrina ahora grita, grita fuerte, sin palabras y sin darse cuenta empieza a crear una melodía con esos gritos, que termina en canturreo mientras baja lentamente las escaleras.
.


 Fredy soñaba con el carrito de la nieve de azúcar,y de los helados.
Cuando aparecía al inicio de la calle, se colocaba a su lado y ayudaba al heladero a servirlos. Su premio era un cucurucho cargado de chocolate que no podría comprar.
Para las fiestas llevaban a casa un tarro de helado, si algo sobraba, él solía comerlo por la noche cuando todos dormían
Decía que cuando fuera mayor compraría una fábrica de chocolate y viviría allí para comerlo a todas horas.
Y así fue. Es el dueño de la fábrica de chocolate de la ciudad y todos los domingos sale con un carrito a repartir helados con todos los niños se decidan a acompañarlo. Solo pide una sola cosa a cambio: que se esfuercen en hacerlo cada vez mejor.

 Sor Ana todos los atardeceres se va a dar un paseo por la parte vieja de la ciudad. Entra un momento en la vieja capilla , la contempla conmovida y pide a Dios que nunca se olvide que El está en las cosas sencillas.
 Don Blas y doña Tecla se sientan muy a menudo en el mismo asiento del parque,que de ser maleable, hubiera guardado sus formas.
Si está ocupado, dan un rodeo y regresan.
Miran callados a su alrededor tratando de descubrir nuevas historias y personajes.......pero hay algo que don Blas no sabe........Doña techa aprovecha los comentarios y la agudeza de su marido para tener conocimiento de quien puede necesitar  ayuda.
Cualquiera sea la índole de la necesidad ajena, doña Tecla se las ingenia para remediarla sin que don Blas trate de meter baza y estropearlo.
Más de una vez doña Tecla sacó conclusiones erróneas y su marido tuvo que reparar daños colaterales, pero si durante años las cosas no cambiaron, la buena mujer no ve razón para hacerlo.
Don Blas se consuela ....solo hay una Tecla.


 Mario sabe que si la ventana de la buhardilla está encendida, Alicia está ahí escribiéndole una carta.
Mañana tendrá un sobre bajo su puesta con un nuevo cuento.
Tiene ya treinta y dos. Uno más bonito que el otro.
Alicia le da forma a sus pensamientos. El no sabe escribir bien, pero las historias se agolpan en su mente y no paran hasta salir por los labios en forma de palabras desordenadas que Alicia acomoda en el papel.
Mira la ventana sin poder apartar la vista, espera una señal, algo que le indique que el cuento de hoy ha calado en el ánimo de Alicia. Su alma y sus sentimientos hacia ella salieron torpemente de sus labios y le ha dejado a ella decidir el final.......
 Algo tienen los hoteles para Julieta.
Este en especial, con la luz azul del cartel. La lamparita del porche. Su aire cálido y familiar.
El árbol de Navidad en el piso superior.
Ha pedido la habitación de siempre, donde encontrará un ramo de rosas.
Se levantará mañana temprano, desayunará té con bollos tibios  y caminará por las viejas calles oliendo el aroma de las especies  y las flores
Pasará por su tienda favorita de decoración y la mercería.
Comerá pasta a la orilla del río y visitará un museo.
El sol se ocultará tras los tejados, se encenderán las luces y caminará lentamente hasta ese cartel azul. Sabe que estará en la puerta, tomará su mano y juntos cruzarán la puerta



 Mabel se instala cada día festivo al lado de la glorieta con una alcancía para recaudar fondos para diferentes causas. Todos la conocen, algunos solo por ese motivo. Nadie escapa sin dejar una moneda luego de oír la razón del asalto.
Con la hucha llena va al banco y deposita en la cuenta correspondiente lo recaudado.
Su vida continúa igual.......o casi.

Como dije, todos tenemos uno o varios sitios especiales.
Que la vida os siga brindando esos espacios, esos sueños, esas esperanzas


Gracias por estar aquí
Gracias por vuestro tiempo